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no.29 Santiago
2014 http://dx.doi.org/10.-00014
LING&U&ISTICA: ART&ICULOS Y MONOGRAF&IAS
Estatus, solidaridad y representaci&n social de las variedades de la lengua espa&ola entre hispanohablantes de Santiago de Chile
Status, solidarity and social representation of varieties of Spanish among Spanish-speaking subjects from Santiago de Chile
Dar&o Rojas**
** Chileno, Mag&ster en Ling&&stica, Universidad de Chile, Departamento de Ling&&stica, Universidad de Chile, Santiago, Chile,
A trav&s de una encuesta de actitudes ling&&sticas, pedimos a 400 hispanohablantes santiaguinos asociar un conjunto de caracter&sticas extraling&&sticas con distintas variedades geopol&ticas del espa&ol. Los sujetos asocian el espa&ol de Chile con caracter&sticas relativas a la solidaridad, mientras que asocian las relativas al estatus con las variedades que funcionan como modelo normativo (espa&ol de Espa&a o de Per&). Consideramos que esto revela una representaci&n social del espa&ol influenciada por la ideolog&a de la lengua est&ndar y por la construcci&n hist&rica, a nivel ling&&stico-ideol&gico, de una relaci&n jer&rquica entre las variedades del espa&ol.
Palabras clave: actitudes ling&&sticas, representaciones sociales, estatus, solidaridad, variedades del espa&ol.
By means of a linguistic attitudes survey, we asked 400 Spanish-speaking subjects from Santiago (Chile) to associate a number of non-linguistic features to geo-political varieties of Spanish. Chilean Spanish was associated with features related with solidarity, while features related with status were associated with varieties that play a role as a normative model (Castilian Spanish and Peruvian Spanish). We consider this as revealing a social representation of Spanish influenced by the ideology of standard language and by the historical linguistic-ideological construction of a hierarchical relation between the varieties of Spanish.
Key words: linguistic attitudes, social representations, status, solidarity, varieties of Spanish.
1.&Introducci&n
El conocimiento de las actitudes ling&&sticas de los hablantes de una comunidad resulta fundamental para comprender c&mo mediante el lenguaje se configuran y se difunden ideolog&as, representaciones sociales e identidades, sean estas individuales o grupales. En pocas palabras, el estudio de las actitudes ling&&sticas ocupa un lugar central en la comprensi&n de la relaci&n entre lenguaje y sociedad, preocupaci&n que les compete de manera principal a la socioling&&stica y la sociolog&a del lenguaje (Garrett, 2001).
En el marco de la ejecuci&n del cap&tulo chileno (enfocado en la capital, Santiago de Chile) del proyecto Linguistic Identity and Attitudes in Spanish-speaking Latin America (LIAS), que se propuso indagar en las actitudes ling&&sticas de los hispanohablantes de 21 pa&ses, nos planteamos, entre otras, la siguiente pregunta: &qu& caracter&sticas asocian los santiaguinos a la forma de hablar el espa&ol de cada uno de los pa&ses hispanohablantes? Y en relaci&n con estas caracter&sticas, &cu&l es la representaci&n social que tienen del conjunto de estas formas de hablar?
Intentamos responder a esta pregunta aplicando un cuestionario a una muestra de 400 santiaguinos. En particular, utilizamos las respuestas a uno de los &tems de este cuestionario, en que mencionamos a los encuestados una serie de caracter&sticas extraling&&sticas y les pedimos que indicaran a la forma de hablar espa&ol de qu& pa&s o pa&ses ellos asociaban dichas caracter&sticas. Interpretamos estas asociaciones como indicadoras de actitudes ling&&sticas concernientes a las dimensiones valorativas del estatus y la solidaridad, y luego las analizamos como reveladoras de una representaci&n social determinada acerca del lenguaje. En el siguiente apartado expondremos los conceptos y antecedentes pertinentes, para a continuaci&n presentar y discutir los resultados del cuestionario.
2.&Actitudes ling&&sticas, tipos de valoraci&n del lenguaje y el caso del espa&ol de Chile
El concepto de actitud ling&&stica ha resultado ser uno de los que poseen mayor importancia para entender diversas dimensiones de la interfaz lenguaje-sociedad. Los estudios sobre actitudes ling&&sticas normalmente se adscriben a la sicolog&a social del lenguaje, pero la socioling&&stica ha mostrado un inter&s de igual o mayor fuerza por estos fen&menos, primeramente, porque la evaluaci&n social de variantes ling&&sticas constituye un t&pico central y muy productivo en la investigaci&n socioling&&stica, pues articula la noci&n de competencia comunicativa (Chambers, 2003). Adem&s, la socioling&&stica ha reconocido en las actitudes ling&&sticas la clave para responder a dos de las interrogantes b&sicas relativas al cambio ling&&stico: el problema de la evaluaci&n, principalmente, y el problema de la actuaci&n, de manera complementaria (Tuten & Tejedo-Herrero, 2011). La revitalizaci&n y mantenimiento de lenguas, por otra parte, depende, entre diversos factores, de las actitudes que los usuarios y los grupos dominantes tengan hacia estos c&digos comunicativos (Pauwels, 2004). Asimismo, los estudiosos de la interacci&n comunicativa han hallado en este concepto una valios&sima herramienta interpretativa (Giles & Billings, 2004). En suma, el estudio de las actitudes ling&&sticas en la actualidad resulta de inter&s transversal para variados campos de estudio dentro de las disciplinas que deben enfrentarse con problemas en que los aspectos sociales afectan al uso del lenguaje.
El concepto de actitud proviene de la sicolog&a social, &mbito en que se define como una tendencia sicol&gica expresada mediante la evaluaci&n de una entidad particular con alg&n grado de aprobaci&n o desaprobaci&n (Albarrac&n, Zanna, Johnson & Kumkale, 2005). Lo espec&fico de una actitud ling&&stica es que la entidad particular evaluada corresponde a un rasgo ling&&stico o una variedad ling&&stica completa. Usualmente las actitudes son concebidas en t&rminos de una estructura tripartita: creencias (componente cognitivo), emociones (componente afectivo) y conductas (componente conductual) (Bizer, 2004), elementos cuya discreci&n ha sido comprobada emp&ricamente por diversos estudios (Maio, Esses, Arnold & Johnson, 2004; Maio, Olson, Bernard & Luke, 2006; Trafimow & Sheeran, 2004). El elemento cognitivo de las actitudes resulta especialmente interesante debido a que los sistemas de creencias normalmente motivan y subyacen a actitudes de diverso signo hacia determinados objetos de tipo ling&&stico. Estos sistemas de creencias han sido estudiados como teor&as populares del lenguaje (Niedzielski & Preston, 2003), ideolog&as ling&&sticas (Kroskrity, 2010) o culturas ling&&sticas (Schiffman, 1996), tomando en pr&stamo de la sicolog&a social, de la antropolog&a y de la sociolog&a las nociones de modelo cultural, representaci&n social e ideolog&a y aplic&ndolas al estudio de las ideas acerca del lenguaje. Un hallazgo importante de estos estudios es que las actitudes y representaciones sociales acerca del lenguaje reflejan procesos hist&ricos y condiciones culturales de orden m&s general, y que muchas veces no tienen que ver con las caracter&sticas estrictamente ling&&sticas (pronunciaci&n, vocabulario, etc.) de las variedades o lenguas evaluadas por los hablantes (Edwards, 2011). De este modo, el estudio de estas actitudes y representaciones constituye un observatorio privilegiado para los estudios sociales, en general.
En las investigaciones sobre actitudes ling&&sticas, se ha descubierto que la valoraci&n de las variedades ling&&sticas normalmente se hace en torno a dos grandes dimensiones valorativas: el estatus y la solidaridad (Edwards, 2011). Se relacionan con el estatus conceptos como la correcci&n, que juega un papel central en culturas ling&&sticas como la norteamericana (Preston, 2002) o la hisp&nica (Coseriu, 1990) y que est& estrechamente vinculado con la dimensi&n cognitiva de las actitudes (creencias, ideolog&as ling&&sticas, etc.), mientras que se relacionan con la solidaridad conceptos como el del agrado. Son varios los estudios de actitudes ling&&sticas que han identificado dimensiones valorativas recurrentes y se han propuesto agruparlas. Zahn y Hopper (1985) consideran que las tres principales macrodimensiones de valoraci&n del lenguaje son la superioridad (educaci&n, riqueza, etc.), el atractivo social (amigabilidad, honestidad, etc.) y el dinamismo (energ&a, entusiasmo, etc.). Edwards (2011) indica, basado en una amplia cantidad de estudios sobre este asunto, que las principales macrodimensiones ser&an la competencia (inteligencia, etc.), integridad personal (confiabilidad, etc.) y el atractivo social (amigabilidad, sentido del humor, etc.); no obstante, investigaciones recientes sugieren que podr&an establecerse simplemente dos grandes categor&as: estatus social, m&s o menos equivalente a la competencia, y solidaridad, que aunar&a integridad y atractivo social. Bayard, Weatherall, Gallois y Pittam (2001), por su parte, agrupan las valoraciones identificadas en su estudio de acuerdo con las siguientes esferas: poder (control, autoridad, asertividad, etc.), competencia (inteligencia, educaci&n, confiabilidad, etc.), solidaridad (amigabilidad, calidez, alegr&a, etc.) y estatus (ingreso, clase social, etc.). En un estudio realizado desde la aproximaci&n te&rico-metodol&gica de la ling&&stica popular, Garrett, Williams y Evans (2005) clasifican las palabras clave de car&cter evaluativo expresadas por sus informantes de acuerdo con cuatro categor&as: rasgos ling&&sticos (descripciones no t&cnicas de diversas caracter&sticas f&nicas, gramaticales, l&xicas o discursivas), afecto (agradable, divertido, etc.), estatus y normas sociales (inteligente, correcto, etc.) y asociaciones culturales (por ejemplo, "McDonalds" para el ingl&s de los Estados Unidos). En el &mbito hisp&nico, Blas Arroyo (1995) considera como principales las siguientes macrodimensiones: atractivo personal (bondad, humildad, lealtad, etc.), atractivo social (modernidad, alegr&a, etc.) y estatus socioecon&mico (correcci&n, riqueza, inteligencia, cultura, etc.). Gonz&lez Mart&nez (2008) a&ade, a las identificadas por Blas Arroyo, la macrodimensi&n de la cercan&a del sistema (claridad y familiaridad).
A pesar de las clasificaciones minuciosas que puedan hacerse de los tipos de valoraciones, sobresalen las dos macrodimensiones que mencionamos al comienzo: el estatus y la solidaridad. Adem&s, estas dos macrodimensiones han revelado ser claves para entender las diferentes valoraciones que reciben algunas variedades geogr&ficas de determinadas lenguas. Diversos estudios realizados en otros &mbitos ling&&sticos (Edwards, 2011) sugieren que normalmente las variedades que son valoradas positivamente en la dimensi&n del estatus (por ejemplo, los est&ndares suprarregionales) reciben una evaluaci&n negativa en la dimensi&n de la solidaridad, mientras que las variedades peor valoradas en cuanto a estatus (por ejemplo, los dialectos no est&ndares) reciben una evaluaci&n positiva en cuanto a afecto y solidaridad. Edwards y Jacobsen (1987), por otra parte, han concluido que las variedades que tienen el car&cter de est&ndar regional (por ejemplo, el ingl&s de Nueva Escocia continental en Canad&) reciben valoraciones igualmente positivas en ambos tipos de dimensiones, pues, precisamente, son a la vez est&ndar y regionales, con lo cual pueden recibir incluso mejor valoraci&n que los est&ndares suprarregionales.
En cuanto a las actitudes de los santiaguinos hacia las variedades geogr&ficas del espa&ol, el estudio de Rojas (2012a) logr& identificar a qu& pa&ses hispanohablantes los santiaguinos atribuyen mayor o menor correcci&n idiom&tica. Los pa&ses a los que atribuyeron mayor correcci&n en su uso del espa&ol son Per& y Espa&a, mientras que al espa&ol de Chile, su propia variedad, le atribuyeron el mayor grado de incorrecci&n. En el panorama general, el espa&ol de Espa&a result& ser la variedad mejor valorada, debido a que, por un lado, se ajusta al perfil ling&&stico del espa&ol correcto ideal (a diferencia del espa&ol chileno), y, por otro, no se encuentra asociado a un grupo carente de prestigio social (a diferencia de la variedad peruana). Junto con estos dos factores, act&a a favor del espa&ol peninsular la historia ideol&gico-ling&&stica de la comunidad a la que pertenecen los sujetos encuestados, en la que han primado las actitudes propeninsulares y negativas hacia la variedad chilena y las americanas en general. Rojas (2012b) ilustra en detalle el perfil ling&&stico del modelo ideal de lengua espa&ola que tienen los santiaguinos, perfil que incluye detalles f&nicos (consonantismo conservador, ritmo pausado, etc.) y l&xicos (ausencia de modismos y groser&as, riqueza de vocabulario, etc.), principalmente.
Los antecedentes expuestos nos permiten plantear la hip&tesis de que los santiaguinos asociar&n el espa&ol de Chile, su variedad materna, que hist&ricamente ha ocupado una posici&n subordinada desde el punto de vista normativo-ideol&gico, con caracter&sticas pertenecientes a la esfera de la solidaridad, mientras que asociar&n el espa&ol de Espa&a y Per&, hist&ricamente prestigiosas, con caracter&sticas circunscritas a la esfera del estatus.
3. Metodolog&a
3.1. Sujetos participantes en el estudio
La muestra de sujetos encuestados se compone de 400 individuos, distribuidos en grupos sociodemogr&ficos seg&n se muestra en el :
Cuadro N& 1: Distribuci&n de los sujetos de la muestra seg&n estrato socioecon&mico (bajo, medio, alto), grupo etario (20-34, 35-54, 55 o + a&os) y sexo (hombre, mujer)
Los encuestados viven en el n&cleo urbano del Gran Santiago desde hace 20 a&os o m&s (la mayor parte lo han hecho toda su vida). Aunque no asignamos una cuota de acuerdo con la representatividad demogr&fica de cada comuna, la mayor&a proviene de un grupo de comunas que resultan protot&picas de cada estrato social. As&, por ejemplo, la mayor parte de los individuos de estrato alto proceden de Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea, mientras que la mayor parte de los de estrato bajo proceden de La Pintana, Cerro Navia San Ram&n y Quilicura.
3.2. Instrumento de recolecci&n de datos y aplicaci&n
Para medir las actitudes ling&&sticas de los sujetos utilizamos el m&todo directo. En este enfoque metodol&gico a los encuestados se les pregunta directamente por sus preferencias, opiniones, evaluaciones, etc., sobre el lenguaje, es decir, la indagaci&n se fundamenta en la expresi&n manifiesta de actitudes (Garrett, 2010). En la actualidad, gozan de mayor prestigio entre los investigadores aproximaciones de tipo indirecto, tales como la t&cnica de pares disfrazados o las tareas de evaluaci&n de hablantes, en las que el dise&o metodol&gico est& orientado a ocultar a los sujetos el objeto de estudio y poder llegar, as&, al nivel "subconsciente" de las opiniones y valoraciones, que se ver&a menos afectado por la tendencia a responder de acuerdo con ideas recibidas respecto de qu& es socialmente adecuado o de acuerdo con lo que creen que el encuestador espera que respondan. Sin embargo, algunos estudiosos (Garrett, Coupland & Williams, 2003) han abogado recientemente por programas integrales de investigaci&n, que combinen t&cnicas directas e indirectas para llegar a conocer en su total complejidad las actitudes ling&&sticas de los hablantes. Por otro lado, a partir de la d&cada de los 90 ha ido ganando popularidad la convicci&n de que la aproximaci&n directa permite obtener informaci&n mucho m&s rica cualitativamente en comparaci&n con las t&cnicas indirectas (v&ase, por ejemplo, Niedzielski & Preston, 2003).
El instrumento utilizado consiste en un cuestionario de 40 preguntas. Este fue aplicado a los sujetos por tres colaboradoras, licenciadas con especializaci&n en Ling&&stica o profesoras de Lenguaje, entre marzo y noviembre del 2010. Las colaboradoras encuestaron a los individuos en sus lugares de trabajo, en sus hogares o en lugares p&blicos, poniendo por escrito las respuestas en el formulario, con total fidelidad a las palabras de cada encuestado. La aplicaci&n de cada encuesta demor& 20 minutos en promedio.
En particular, en este estudio utilizamos las respuestas a uno de los &tems de este cuestionario, en que las colaboradoras mencionaron en voz alta a los encuestados once caracter&sticas extraling&&sticas, en este mismo orden: cari&o, enojo, tecnolog&a, elegancia, vulgaridad, sentido del humor, bajos recursos econ&micos, altos recursos econ&micos, confianza en el trato, respeto y autoridad. Tras mencionar cada caracter&stica, las colaboradoras les pidieron a los encuestados que dijeran con la forma de hablar espa&ol de qu& pa&s o pa&ses ellos asociaban esta caracter&stica. Una vez finalizada la recolecci&n de datos, las respuestas fueron ingresadas a un formulario electr&nico (de SurveyXact) desarrollado especialmente para el proyecto.
3.3. An&lisis
Nuestro an&lisis se bas& en el agrupamiento de las caracter&sticas extraling&&sticas de acuerdo con las macrodimensiones valorativas del estatus y la solidaridad. As&, consideramos como relativas al estatus las siguientes caracter&sticas: enojo, tecnolog&a, elegancia, altos recursos econ&micos, respeto y autoridad. En cambio, consideramos relacionadas con la solidaridad las siguientes propiedades: cari&o, vulgaridad, sentido del humor, bajos recursos econ&micos y confianza en el trato. Contabilizamos la cantidad de menciones que obtuvo cada pa&s en cada caracter&stica y luego se determinaron los porcentajes relativos. Para cada caracter&stica, consideramos pertinente determinar al habla de qu& pa&s era asociada con mayor frecuencia y si hab&a alguna relaci&n estrecha entre el habla de un determinado pa&s y los grupos de caracter&sticas (estatus/solidaridad).
4. Presentaci&n y discusi&n de resultados
4.1. Resultados
presentamos los porcentajes de menciones que obtuvo el habla de cada pa&s al pregunt&rsele a los encuestados con qu& variedad del espa&ol asociaban las caracter&sticas indicadas en cada una de las columnas. En el costado izquierdo agrupamos las caracter&sticas relativas al estatus, y en el lado derecho las relativas a la solidaridad. Para cada caracter&stica, resaltamos en gris y con negrita el pa&s cuya habla tiene el porcentaje m&s alto, y solo con negrita los que ocupan el segundo lugar. Dejamos en blanco los casos en que no hubo menciones para ese pa&s.
Cuadro N& 2: Asociaci&n de caracter&sticas con variedades del espa&ol (porcentajes)
Nuestros resultados revelan que, en conformidad con nuestra hip&tesis, el habla propia de los participantes (Chile) es mejor valorada en dimensiones pertenecientes al &mbito de la solidaridad (cari&o, humor, confianza, vulgaridad) mientras que en las dimensiones relativas al estatus (elegancia, autoridad, altos recursos) tiene mayor preferencia el espa&ol de Espa&a.
Esta tendencia se puede apreciar de mejor manera en los
Gr&fico N& 1:
Asociaci&n de caracter&sticas con el espa&ol de Chile (porcentajes)
Gr&fico N& 2:
Asociaci&n de caracter&sticas con el espa&ol de Espa&a (porcentajes)
En ambos gr&ficos las caracter&sticas relativas al estatus se encuentran agrupadas en la mitad izquierda, mientras que a la derecha est&n agrupadas las caracter&sticas relacionadas con la solidaridad. Estos gr&ficos muestran que la valoraci&n del espa&ol de Chile se orienta hacia la derecha, es decir, hacia la solidaridad, mientras que la del espa&ol de Espa&a se inclina hacia la izquierda, esto es, hacia el estatus.
En ninguno de los otros pa&ses se da una tendencia como esta de manera clara. Cabe destacar, por &ltimo, que los datos presentados no muestran diferencias relevantes entre los distintos grupos sociodemogr&ficos considerados en la muestra de participantes (estrato socioecon&mico, edad y sexo).
4.2. Discusi&n
La tendencia que acabamos de presentar es congruente con lo hallado por Rojas (2012a) en cuanto a que el espa&ol de Espa&a es uno de los mejor valorados en t&rminos de correcci&n idiom&tica. Cabe mencionar que el otro pa&s cuya forma de hablar espa&ol es muy bien valorada por los santiaguinos en t&rminos de correcci&n, Per&, recibe la preferencia m&s alta en la dimensi&n del respeto, que tambi&n pertenece al &mbito del estatus. Existe congruencia, entonces, entre la atribuci&n de un alto grado de correcci&n idiom&tica y la asociaci&n a caracter&sticas de la dimensi&n del estatus. La congruencia tambi&n se da en la otra direcci&n: los resultados de Rojas (2012a) muestran que el habla de Chile fue percibida como la m&s incorrecta, y en esta ocasi&n se la asocia a caracter&sticas no relacionadas con el estatus sino con la solidaridad.
En conclusi&n, se cumple el patr&n que se puede comprobar en estudios de otros &mbitos ling&&sticos (cf. secci&n 2): las variedades que funcionan o alguna vez han funcionado como est&ndares suprarregionales (espa&ol de Espa&a, espa&ol de Per&) reciben la mejor valoraci&n en la dimensi&n del estatus, mientras que las variedades carentes de prestigio reciben una evaluaci&n positiva &nicamente en la dimensi&n de la solidaridad (espa&ol de Chile). Para comprender adecuadamente estas diferentes valoraciones, sin embargo, es necesario examinar los antecedentes hist&rico-ling&&sticos de esta situaci&n.
Desde las reflexiones americanas decimon&nicas acerca de la diversificaci&n dialectal del espa&ol se puede observar que la valoraci&n de las variedades geogr&ficas de la lengua espa&ola en Am&rica se ha hecho teniendo como modelo idiom&tico al espa&ol de la metr&poli peninsular, de acuerdo con lo cual se ha concebido que las variedades que muestren mayor concordancia ling&&stica con dicha variedad (en los niveles fonol&gico-fon&tico, gramatical y l& v&ase por ejemplo Rojas (2012b) para un perfil ling&&stico del modelo de lengua espa&ola que manejan los santiaguinos) son de mejor calidad. Durante la &poca colonial americana, es posible rastrear diversos juicios que dan cuenta del prestigio que se le asignaba, adem&s de al espa&ol de la metr&poli peninsular, al espa&ol del los virreinatos de M&xico y Lima, as& como al espa&ol hablado en las zonas altas de Colombia (Guitarte, 1991; Quesada, 2002). Estas variedades, precisamente, son las que se han conformado hist&ricamente como variedades de consonantismo conservador (Moreno Fern&ndez, 2009), lo cual parece ser un rasgo sumamente saliente en las percepciones ling&&sticas de los hispanohablantes. En estas variedades, por ejemplo, el sonido /s/ en posici&n implosiva no se aspira ni elide, sino que se este rasgo es constantemente nombrado por los santiaguinos al momento de justificar sus atribuciones de correcci&n, en t&rminos de que la aspiraci&n o elisi&n es incorrecta. El perfil f&nico conservador o innovador de las variedades americanas del espa&ol, seg&n ha mostrado Germ&n de Granda (1994), depende en t&rminos hist&ricos de si las entidades geopol&ticas que les serv&an de contexto ten&an el car&cter de zonas centrales, es decir, con gran poder econ&mico y alto grado de desarrollo cultural y social (por ejemplo, M&xico, Lima) o zonas perif&ricas, de pocos recursos econ&micos y escaso desarrollo sociocultural (por ejemplo, Paraguay), o bien se ubicaban en un punto intermedio entre lo central y lo perif&rico (por ejemplo, Chile). En resumen, el espa&ol de Chile y otras variedades que divergen estructuralmente del modelo peninsular metropolitano han sido consideradas tradicionalmente, por sus propios usuarios, como formas deslegitimadas y perif&ricas en relaci&n con la norma ejemplar peninsular, y han sido asociadas, por tanto, a la incorrecci&n idiom&tica (Coseriu, ;74), creando entonces una situaci&n de inseguridad ling&&stica.
La percepci&n de las variedades geogr&ficas de la lengua espa&ola por parte de los chilenos tambi&n se ha visto muy marcada por la construcci&n ideol&gico-discursiva del estatus diferencial asignado a cada una de ellas. El espa&ol metropolitano peninsular ha desempe&ado el papel de modelo para la conciencia ling&&stica de los hispanohablantes americanos desde la &poca de la Colonia y al menos hasta la &poca de la Independencia (Guitarte, 1991). Los debates ling&&stico-ideol&gicos de comienzos de la historia del Chile independiente desembocaron en el triunfo de los unionistas (Quesada, 2002), quienes ten&an como modelo principal el espa&ol peninsular. Un representante de esta clase de opiniones es Andr&s Bello, quien, a pesar de su defensa de las particularidades ling&&sticas americanas, pensaba que los chilenos (y americanos) deb&an aprender a distinguir, en la pronunciaci&n, entre eses y zetas, como los espa&oles. Asimismo, tienen el mismo cariz las opiniones de varios diccionaristas chilenos del s. XIX, como Rodr&guez (1979 [1875]), quien constantemente contrapone los usos chilenos censurables a los usos corrientes en Espa&a, que, en su opini&n, ten&an mayor legitimidad. En particular, las opiniones de Bello en materias idiom&ticas, como es sabido, tuvieron repercusiones importantes tanto en Chile como en el resto de Hispanoam&rica (Mor&, 2002). La frase con que Rodr&guez (1979 [1875]: vii) abre su Diccionario: "La incorrecci&n con que en Chile se habla y escribe la lengua espa&ola es un mal tan generalmente reconocido como deplorado", refleja, por otra parte, el tratamiento de que ha sido objeto hist&ricamente la variedad chilena por parte de sus mismos usuarios. Afirmaciones de este tipo pueden encontrarse entre muchos gram&ticos y diccionaristas de los siglos XIX y XX, y pueden rastrearse asimismo en el discurso p&blico actual acerca del espa&ol chileno. Conforman un amplio corpus de ejemplos de la inseguridad que caracteriza y ha caracterizado la autoimagen ling&&stica de los chilenos.
Las circunstancias que acabamos de rese&ar explican, en nuestra opini&n, la asociaci&n del espa&ol de Espa&a, principalmente, y de Per& con el estatus, y la vinculaci&n del espa&ol de Chile con la solidaridad. La representaci&n social o modelo cultural del lenguaje que se deja ver detr&s de nuestros resultados se corresponde grosso modo con el ideal plat&nico descrito por Niedzielski y Preston (2003) a partir de datos relativos al ingl&s de los Estados Unidos. Seg&n estos autores, los no especialistas creen en la lengua como un ideal plat&nico que tiene existencia m&s all& del uso de los hablantes. La actuaci&n ling&&stica apropiada, para estos sujetos, debe corresponder con ese ideal de lengua, y toda conducta que se aleje de ella es considerada como error. En esta categor&a de error cabe no solamente la variaci&n ling&&stica casual y asistem&tica (por ejemplo, la causada por distracci&n o ebriedad del hablante), sino que tambi&n variedades sociales o geogr&ficas completas, tales como, en el caso del ingl&s estadounidense, los dialectos regionales o el ingl&s vern&culo afroamericano. Las variedades regionales, en consecuencia, no pueden poseer la propiedad de la correcci&n, pues esta se halla solamente en el uso congruente con el ideal ling&&stico. La misma imagen parece aplicarse al caso del espa& sin embargo, cabe hacer la observaci&n de que en esta percepci&n la atribuci&n de correcci&n probablemente no sea efectuada en forma categ&rica sino protot&pica: una variedad geogr&fica del espa&ol ser& m&s susceptible de ser considerada como correcta en la medida en que comparta rasgos con el modelo ideal de lengua.
Esta visi&n de la lengua es compatible con lo que Milroy (2001) denomina la ideolog&a de la lengua est&ndar y lo que Del Valle y Gabriel-Stheeman (2002) llaman la ideolog&a monogl&sica. Ambos sistemas de creencias conciben el lenguaje como una entidad idealmente uniforme, articulada en torno a un modelo que funciona como medida de calidad de toda conducta ling&&stica. La configuraci&n centro-periferia que adopta el lenguaje en estos modelos culturales impone una asimetr&a jer&rquica en la valoraci&n de las variedades de la lengua espa&ola: aquellas que se encuentren m&s cerca del centro resultar&n mejor valoradas, mientras que las m&s lejanas a ese centro ser&n peor valoradas. Ya que el concepto clave que caracteriza al centro de este modelo es el de la correcci&n, que se asocia normalmente con educaci&n, competencia, etc., es natural que las variedades que se encuentren m&s cerca del centro sean mejor valoradas en las dimensiones del estatus. Por otro lado, para que una variedad situada en la periferia sea objeto de valoraciones positivas, basta con que act&e la tendencia al favoritismo intragrupal (Myers, -328) y prime, en la conciencia de los sujetos, la identificaci&n afectiva con la variedad propia por sobre la consideraci&n de su car&cter perif&rico. Lo primero es lo que sucede con el espa&ol de Espa&a, y lo segundo es lo que ocurre con el espa&ol de Chile.
5. Conclusiones
A trav&s de las asociaciones que los santiaguinos hacen entre algunas caracter&sticas extraling&&sticas y las formas de hablar espa&ol de diversos pa&ses se puede vislumbrar una diferencia valorativa de acuerdo con si prima la percepci&n de estatus o el sentimiento de solidaridad. El espa&ol de Espa&a se encuentra asociado al estatus, mientras que el espa&ol de Chile se vincula preferentemente con la solidaridad. Esto se relaciona estrechamente con la asimetr&a jer&rquica (en t&rminos de centro-periferia) que imponen la ideolog&a de la lengua est&ndar y la historia ling&&stico-ideol&gica chilena entre las variedades que ejercen o han ejercido el papel de modelo suprarregional (por ejemplo, el espa&ol de Espa&a) y aquellas que no lo han hecho (por ejemplo, el espa&ol de Chile). Se puede comprobar, entonces, que la representaci&n social que los sujetos tienen acerca de su propia lengua influye en las actitudes que muestran hacia sus distintas variedades geogr&ficas.
Nuestros resultados e interpretaci&n constituyen, por supuesto, una aproximaci&n preliminar a este problema. Hemos trabajado con un conjunto reducido de caracter&sticas valorativas que hasta ahora se encuentran entre las m&s usadas en los estudios de actitudes ling&&sticas, pero que sin duda convendr&a enriquecer cuantitativa y cualitativamente. Por otra parte, hemos aplicado un enfoque metodol&gico directo, que convendr&a complementar con una metodolog&a de tipo indirecto, como la t&cnica de pares disfrazados. La continuaci&n de la indagaci&n en estas direcciones, creemos, contribuir& a dilucidar con mayor claridad nuestra interrogante inicial.
Esta investigaci&n se enmarca en el proyecto NFR-193742, Linguistic Identity and Attitudes in Spanish-speaking Latin America — LIAS (Identidad y actitudes ling&&sticas en Hispanoam&rica — LIAS), financiado por el Consejo Noruego de Investigaci&n (Research Council of Norway).
La representaci&n de cada uno de los estratos y grupos es proporcional a la que tienen en el universo de la poblaci&n de Chile, seg&n el censo nacional del a&o 2002 (). Las proporciones son las siguientes: estrato alto = 11 %, estrato medio = 44,5 %, estrato bajo = 44,5 %; 20-34 a&os = 36 %, 35-54 a&os = 40,5 %, 55 a&os o m&s = 23,5 %; hombres = 48 %, mujeres = 52 %. Para la determinaci&n de los estratos socioecon&micos empleamos los datos de ICCOM (Instituto Consultor en Comercializaci&n y Mercado Limitada), en su versi&n del a&o 2007 (tablas disponibles en ). Las equivalencias y proporciones empleadas en nuestra investigaci&n son las siguientes: estrato alto = ABC1; estrato medio = C2 + C3; estrato bajo = D + E. ICCOM clasifica a los sujetos de acuerdo con los siguientes criterios: barrio, tipo de vivienda, nivel educacional, profesi&n y actividad del jefe de hogar, ingreso familiar y posesiones.
&Consideramos 37 comunas: Cerrillos, Cerro Navia, Conchal&, El Bosque, Estaci&n Central, Huechuraba, Independencia, La Cisterna, La Florida, La Granja, La Pintana, La Reina, Las Condes, Lo Barnechea, Lo Espejo, Lo Prado, Macul, Maip&, &Nu&oa, Pedro Aguirre Cerda, Pe&alol&n, Providencia, Pudahuel, Puente Alto, Quilicura, Quinta Normal, Recoleta, Renca, San Bernardo, San Joaqu&n, San Miguel, San Ram&n, Santiago y Vitacura. Excluimos solamente Padre Hurtado, Pirque y San Jos& de Maipo por pertenecer m&s bien a &reas semirrurales y no tener relaciones muy estrechas con el resto de la capital.
&En esta correlaci&n nuevamente seguimos los datos de ICCOM.
"Los que se cuidan de evitar todo resabio de vulgarismo en su pronunciaci&n [...], si aspiran a una pronunciaci&n m&s esmerada, distinguir&n tambi&n la s de la z o c [...]; de manera que suenen de diverso modo la casa que habitamos y la caza de los la cima a que se sube y la sima a que se desciende" (Bello, 1940 [4]: 66). Para otros ejemplos que revelan que Bello juzgaba el habla de Espa&a superior a la de Chile, v&ase Mor& (2002).
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Recibido: 10-01-2013 Aceptado: 03-09-2013
Universidad Católica Silva HenríquezGeneral Jofré #462Santiago - Chile Tel.: (56-2) Fax: (56-2)

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